Hace unos días Alicia Mercedes Albines
Chuna, mi señorita enamorada desde hace unos más de 5 años, sustentó su
proyecto de tesis con intención de obtener el título de Ingeniera Industrial en
la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo en Chiclayo.
Yo confieso y digo que tuve una
primera intención al hacerle un detalle, regalarle un ramo de rosas a su mérito,
pero la verdad no tuve tiempo de comprarlo, una segunda intención fue hacerle
un poema, pero tampoco tenía tiempo de aprendérmelo para declamarlo. Al fin
quedó una carta, la intención de ella fue leerla ante un público tan selecto
como fuese posible pero me ganó la cobardía y los nervios de que ese público se
iba retirando de la sala de exposición.
Bueno al fin solos –por alguna
parte de la Universidad-, leí la carta a la mujer mencionada al inicio de este
relato. La carta dice así:
Martes 27 de Octubre de
2015
Aún recuerdo aquel lunes 05 de
Enero del 2009, como olvidar la vez primera que te vi. Alicia, llevamos más de
seis (06) años de nuestra amistad, amistad que se transformó en amor hasta el
sol de hoy. Tantas cosas compartidas, la pre, tu carrera universitaria, tus
prácticas laborales, tu primer trabajo y con ello tu primer sueldo. Hoy te
recibiste profesionalmente como Ing. Un sueño más logrado, amiga mía, eres tú
ya un Ingeniero Industrial, tu primera carrera, tu primer objetivo a largo
plazo logrado con éxito. Eres una profesional, y esta recompensa es por tu
sacrificio, tu esmero y dedicación, por tantas amanecidas hechas, tanto
estudio, esto gracias a tus lecturas, a tu investigación, a innovar y no
quedarte con algo mínimo, un esfuerzo que en conjunto con tus padres Don Manuel
Albines y Doña Fabiola Chuna, que con tus hermanos Ana María, María Gracia,
José Santiago, Juan Manuel, Jesús Iván y Joaquín David que te apoyaron con el
silencio cuando tenías que estudiar y otros sacrificios que también hicieron
como traerte algo de tu casa a la universidad porque lo olvidaste, o lo dejaste
dentro de la refrigeradora como tu gancho, o al encontrarte algún objeto
perdido por el duendecillo de tu casa. Gracias Ely por dejar de hacer tus cosas
y buscar los objetos perdidos.
Esas pestañas talvez descansaran
de lecturas algo incomodas y empezaran a disfrutar el éxito que como espuma
crecerá mi amor, se deleitara con las maravillas del cual te enamoraste de tu
carrera y profesión. De cosas que yo no entiendo, pero que te apasionan. De
esas cochocientas derivadas, enésimas potencias, de esos cuadrados
interminables en las que tú mami y yo nos vemos cuadrados, de esos algoritmos
en las que pierdo el ritmo y el son de paso, que ni el transportador, ni una
buena calculadora me dan el resultado perfecto.
Te felicito en nombre de mi
familia, que te estima, te aprecia y te quiere mucho, en ellos solo algunos por
mencionar la abuelita Enma, que con sus consejos te pide no seas celosa; la tía
Julia y la tía Teresa que esperan pronto tomar una chelita contigo, mi madre
feliz por ti. Yo sin palabras y frases extrañas.
Solo me queda felicitarte una vez
más y decirte sueño cumplido. Ingeniero.
Me despido muy
cordialmente.
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Angel Ramos Mejía
Íbamos caminando, bajando las escaleras
para ser más precios, y ya al finalizar de leer la carta la miré a los ojos, y
ellos, sus ojos, se encontraban algo húmedos.
Discúlpame amor -le dije- quería regalarte
unas rosas pero no me alcanzó el tiempo para comprarlas.
-Ella me miró con ojos brillando
y respondió- No te preocupes, en la simplicidad están los detalles.